Prédica
Posted Sunday, January 8, 2012 11:47 PM

 

IGNACIANOS ‘71

Cada vez con mayor fuerza, nos impresiona este encuentro. Admirable los organizadores, muchas gracias. Admirable los que han viajado de lejos para estar aquí. Admirable el interés. Algo nos hace necesitarnos. Tal vez la necesidad de identificarnos con lo que somos y hemos vivido. Los años en el Colegio nos marcaron definitivamente. Marcaron nuestra identidad humana y cristiana. Si en algún período de la vida nos alejamos de Dios, Él ha salido a buscarnos como el Buen Pastor y hemos vuelto. La prueba es que estamos aquí, celebrando la eucaristía. No es cosa común en este tiempo. El Colegio, la Compañía de Jesús, las experiencias, las amistades, todo lo que vivimos en esos años, nos hacen volver a lo que realmente somos: discípulos de Cristo. Es lo que llevamos más dentro, conciente o inconcientemente. Hoy día, Dios nos ha reunido para celebrar a su Hijo Jesucristo que nos da la vida nueva en el Espíritu Santo, para servir con amor verdadero.

Por otro lado, tenemos además, en común, la edad (meses más meses menos, tenemos la misma edad) y con ello tenemos las mismas sensaciones y preguntas frente a la vida y frente a la variable tiempo. Es el tema.

San Alberto Hurtado se preguntaba “¿qué sentido tiene la vida?¿para qué está el hombre en este mundo? -y se respondía- el hombre está en el mundo porque Alguien lo amó: Dios. El hombre está en el mundo para amar y para ser amado”. Es la huella de San Ignacio cuyo lema era “En todo amar y servir”, y la del Señor: “no he venido para ser servido sino par servir y dar la vida en rescate de muchos”. Queda claro el sentido de nuestra vida. “Entramos para aprender y salimos para servir”. Han pasado 40 años, la parte más intensa de la vida, la época de los estudios, los proyectos de vida, el matrimonio y la familia, (en el caso mío el Orden sacerdotal), las realizaciones, … Ahora hacemos balance…

Algunos nos alegramos y damos gracias a Dios que como un Buen Padre ha conducido sobreabundantemente nuestra vida con alegría, frutos espirituales y no pocas veces, también con sufrimientos. Es posible que otros constaten dolor, fracasos. A ellos nos unimos con sincero amor en esta misa, en la oración, y nos comprometemos a estar disponibles para tenderles la mano. Somos de los mismos.

Pero el pasado es pasado. El Colegio y los 40 años ya pasaron. El presente:… sabemos que nada más efímero que el presente. Nos queda la pregunta, cada vez más acuciante, por el futuro. Aunque nos cuesta, caemos en la cuenta que se nos va la vida, que nos quedan como máximo, unos 20 años útiles, en el mejor de los casos. … ¿Qué hacer? ¿‘reinventarse’ a los 57 o a los 58? Al menos corregir rumbo o tomar los años que nos quedan más en serio. Tenemos tiempo. Gracias a Dios podemos reflexionar en esto ahora. Todavía es tiempo para reempezar.

La pregunta es ¿en qué dirección me reinvento? ¿Con qué criterios puedo reinventarme? Es muy legítimo que algunos tengan proyectos de una nueva empresa, seguramente familiar, o bien proyectos de una casa nueva, o de otras cosas hermosas. Pero la pregunta ¿acaso eso es aprovechar bien los años que me quedan? Si miramos la vida desde el final, ¿qué quisiéramos dejar a los hijos, nietos, a sus esposas, a los que nos van a suceder? Más aún, la pregunta definitiva es ¿con qué frutos me presentaré ante el Señor en el día que me llame? Todos lo proyectos, por legítimos que sean, deben llevar un sello: servir. Hay tanto sufrimiento, a veces causado por desigualdades económicas, otras veces, por enfermedades, otras por abusos, pero la mayor causa de sufrimiento –lo ha dicho el Papa recientemente- es por el olvido de Dios. Si Dios queda fuera de la cultura, de las conversaciones familiares, del programa cuotidiano de vida, entonces nos olvidamos de quién es el hombre, quién es mi hermano, quién es mi esposa… Nos olvidamos de que estamos hechos para servir a Cristo en quienes me rodean. Nos impactan casos como de Felipe Cubillos, o como de los voluntarios que van a Somalía a servir a esos millones de hermanos que pasan hambre. Cada uno de ellos son un llamado a nuestra conciencia. A mi también me impresionan esas mamás o papás que sufren por alimentar a sus hijos, o que cada día se esmeran en ser mejores cuando la vida les pone todo en contra.

Bueno, ¿y nosotros? No todos tenemos vocación de ir a Somalía, menos ustedes que tienen esposas e hijos. En Chile hay varios miles de personas que viven con menos de $1000 pesos diarios, miles (sino millones) que no se sienten amadas, miles de niños que día a día deben soportar el horror de la violencia entre sus padres, miles de niñitas que deben soportar la promiscuidad. Nadie habla de la pureza, … en fin podríamos continuar. El Papa también dice que aunque no hubiera necesidad económica, los cristianos no podemos estar tranquilos, porque el campo del amor es infinito pero requiere creatividad. Tenemos los medios, tenemos experiencia, tenemos fe, tenemos, tenemos la Iglesia, los sacramentos, tenemos una red de amigos para impulsarnos creativamente, movidos por el amor a Cristo, a reinventarnos en la caridad.

Eso es lo que no decía el Apóstol San Pablo en la carta a los Romanos que hemos escuchado: “les pido por la misericordia de Dios, que se ofrezcan como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios… No se adapten a los criterios de este mundo, … transfórmense, renueven su interior, para que puedan descubrir lo que agrada a Dios”. Y continúa San Pablo: “no se consideren más de lo debido”. Todo es don. ¿Acaso la formación que tuvimos, fue mérito nuestro? ¿No estamos en deuda con nuestros padres y también con quienes no tuvieron esta educación? Somos parte del mismo Cuerpo de Cristo que quienes trabajan con nosotros, que sus empleados, o con sus esposas, sus hijos. ¿No merecen ellos el mismo respeto y cariño que se merece el Señor?

Pero Él es bueno. Nos da todavía un tiempo para “reinventarnos”. Por eso en el Salmo hemos rezado “no me abandones Señor con los años”. Si no nos ha ido bien, “Él es nuestra roca protectora”, “Él viene siempre en mi ayuda” porque “desde el vientre materno fue nuestro protector”. “No me abandones Señor con los años…”. No nos abandona.

El evangelio que hemos escuchado, es el de mañana domingo primero de adviento. También la Iglesia, cada año nos llama a ‘reinventarnos’ con la gracia de Dios, para rendir cuentas al Mesías que viene, a Cristo el Señor. Por eso, sus palabras: “estén prevenidos, no saben cuándo llegará”, cada uno cumpla su tarea con los talentos que recibió, “no se queden dormidos”. Queridos amigos ignacianos del ’71, no nos quedemos dormidos. Es tiempo de reinventarnos en favor de la caridad que viene de Dios. Ayudémonos, no sólo a crear cosas para hacer el bien, sino sobretodo, a profundizar y a enseñar a otros lo que sabemos de Dios y de su amor por el hombre.

Que la Virgen María, ‘haga producir en el fondo de nuestros corazones, todos estos amables deseos; que broten, florezcan y den al fin frutos de Gracia’. Amén