5 de noviembre de 2016
Posted Tuesday, November 15, 2016 10:21 AM

Es la quinta vez que nos reunimos en la misa para celebrar aniversarios de salida del Colegio. Recuerdo que una de las primeras veces, hace 20 o 25 años, coincidió con la fiesta de San Ignacio. No fue en esta capilla sino que nos mandaron a un oratorio en alguna parte de “preparatorias” donde hubo algunos que estaba sentados en el suelo. No recuerdo muchos detalles pero recuerdo que el evangelio de esa misa, es el que hemos tomado para hoy: “¿de qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” Con esa frase, la Iglesia recuerda el diálogo que tuvo San Ignacio de Loyola con su primer discípulo: Francisco Javier. Con esa frase Francisco Javier se fue a Manresa a meditar, dejó los estudios de leyes que había comenzado en la Universidad de París, y se fue con Ignacio para fundar la Compañía de Jesús.

La cuarta vez que celebramos la eucaristía como ex alumnos, fue hace cinco años en esta misma Capilla. No recuerdo cuáles fueron los textos de la Palabra, pero recuerdo que unas palabras de mi prédica fueron motivo de comentarios durante el almuerzo: “¿nos quedarán unos 20 o tal vez 15 años de vida útil?” Ahora nos quedan 5 menos. Dura realidad pero no hay vuelta que darle! No es fatalismo.

También hace 5 años hacíamos recuerdo de lo que nos unía: los años del colegio vividos juntos, el espíritu ignaciano, las amistades, las primeras fiestas, los interescolares, profesores, etc. Todo aquello que recibimos de nuestros padres, del colegio, de la Iglesia, en el fondo de Dios, lo recibimos como talentos para el servicio de nuestras familias y hermanos, entre los cuales ocupan un lugar muy destacado los más débiles. A ellos nos debemos pues hemos recibido mucho y aunque nos queden cinco años menos que la vez anterior, todavía tenemos mucho tiempo para volver a renovar la decisión de “en todo amar y servir”.

Tal vez a esta altura, la reflexión que nos guía es cómo comprender este lema tan ignaciano. ¿Qué es amar? ¿cómo servir? Y si esto debe ocuparlo todo, ¿cómo hacerlo? Entre tantas demandas en lo laboral, familiar, económicas a las que debemos responder, y ¿además se nos pide “en todo amar y servir”? ¿No será mucho? Evidente que así considerado resulta agotador. Nadie resiste, menos a los 62 años (meses más, meses menos), y con nuestros padres ya ancianos, ustedes con hijos y nietos que necesitaran apoyo. Entonces ¿cómo seguir adelante?

La Palabra de Dios es siempre nueva y nos pone en contacto Cristo y con la experiencia de fe que han tenido tantos testigos antes de nosotros. Esa frase “¿De qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” motivó a Ignacio y a Francisco Javier a poner la gloria de Dios y el bien de los hombres por delante de cualquier cosa. También nosotros hemos bebido de la herencia de estos grandes jesuitas para imitar, no necesariamente lo que hicieron, pero si el espíritu con que lo hicieron.

 

Jesús hace esta afirmación después del severo reproche a San Pedro por pensar como los hombres y no como Dios. Pero acaso ¿Dios desprecia el pensamiento de los hombres? Si así fuera, ¿para qué se hizo hombre? Precisamente se hizo hombre para elevar nuestros parámetros de pensamiento. Del éxito terrenal al éxito del cielo; de la gloria de la tierra a la gloria de Dios!

Jesús venía a dar su vida por nuestra salvación. Pedro, no sólo no comprendía esto sino que además, se lo quería impedir. No quería ver a Jesús morir humillado bajo la Cruz. No cabía en sus pensamientos. Obviamente ante eso, a pesar de haberlo confesado como Mesías, le dijo a Jesús que eso no le podía pasar. Era inconcebible que un Salvador fuera humillado. El Salvador tenía que mostrarse glorioso y poderoso. … Así también muchos católicos quisieran ver a Cristo y a la Iglesia hoy, pero no es así.

La respuesta de Jesús, es tal vez lo más fuerte del evangelio: “apártate de mi Satanás”. Tratar de satanás a su hombre de confianza, es muy fuerte. Pero más fuerte es el ¡apártate!! No tienes parte conmigo. Eres mi enemigo…. ¿Porqué esta afirmación tan fuerte? … Porque resultaba una tentación para Jesús. Al Señor no era grato caminar hacia la cruz y Pedro lo tentaba a no seguir. Jesús cortó radicalmente con esa tentación. Fue fuerte!!!

Queridos compañeros ignacianos del ’71, me sorprende enormemente hallarme delante de ustedes proclamando el misterio de Cristo y presidiendo la liturgia eucarística. Nos conocemos. Yo no era ni un brillante alumno, ni menos deportista, ni mucho menos el más sociable del curso. Me sorprende porque con esa conciencia, no me achico para contarles que esto es lo que hace feliz a los hombres, a los de nuestro tiempo como a los del pasado y el futuro; no solo a los curas ni a las monjas; esto no es sólo para la catequesis de los niños o para las abuelitas; es para nuestra generación. La plenitud del ser humano es participar de la Vida de Cristo resucitado.

Eso es lo que nos decía san Pablo en la primera lectura: “vosotros, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús”. Nuestra vida, desde el día de nuestro bautismo es de Cristo. Para eso Cristo venció la tentación que Pedro le ponía, para que cada uno de nosotros tenga la certeza que Dios lo ama a pesar de sus pecados. Pero además, para abrirnos el camino diferente del camino del mundo. No tenemos la marca del mundo. Nuestra vida está marcada con la sangre de Cristo para que tengamos la vida de su Espíritu y podamos darla a los que nos rodean. Por eso dice que nos ofrezcamos a Dios en unión con Cristo Jesús.

¿Dónde? ¿cómo? No se trata de hacer cosas extraordinarias. Se trata de que la vida diaria, lo habitual, esté impregnada de los criterios de Dios: en el trabajo, en el matrimonio, en los hijos o los nietos, en las decisiones políticas, etc. ¿Es difícil? Si y no. Es muy difícil y casi imposible si estamos lejos de Dios, de su Palabra, de los sacramentos, de la oración; en cambio es muy fácil si nos familiarizamos con el Señor en la oración, en la liturgia, en la vida comunitaria de la Iglesia. Al fin de cuentas, la obra es de Dios. Él solo pide que le abramos el corazón y nos dará sus criterios.

Cualquiera de nosotros, por cierto incluyéndome a mi mismo, podría actuar de la misma manera que Pedro. No creamos que estamos lejos de esa posibilidad. Basta con mirar el sentido que tiene la fe hoy día. En algunos sectores más conservadores no pasa de ser un adorno de buen gusto sin ninguna influencia en la vida ni en las decisiones personales, ni mucho menos en las del país .. y en la gran mayoría, absoluto paganismo. Lo planteaba ya el P. Alberto Hurtado en 1952: “los cristianos a fuerza de respirar esta atmosfera pagana, estamos impregnados de materialismo práctico… No hay oración ni estudio; terminamos opinando lo mismo que los paganos, … nuestra vida se ha vuelto tan materialista como la de los que no tienen fe”. Con qué fuerza lo diría san Alberto hoy.

Queridos amigos, la mayor urgencia hoy día es que los cristianos tengamos sabor a Cristo, que seamos sal del mundo para darle ese sabor y no dejar en la desesperanza a quienes esperan orientación, consuelo, vida, alegría, etc. Ser luz del mundo implica estar conectados a la fuente de energía o tener el combustible para dejarse quemar. Ese combustible es la vida de caridad, de contacto con Dios, de meditación. Tenemos los medios: la Iglesia, los ejercicios ignacianos, su vida matrimonial y sacramental, … y sobretodo, aún tenemos tiempo de jugarnos por las cosas de Dios.

Al agradecer estos 45 años de salidos del Colegio, no echemos en vaso roto lo que hemos recibido que no es sólo para nosotros sino para Chile y para el mundo, y para que otros tengan una vida mejor, más cerca del Señor y de la Virgen, en la Iglesia.